martes, 4 de diciembre de 2012

Palabras envenenadas, actos reprochables

Queda con Ángeles a petición de la chica. Acaba de tener una discusión horrible con su novio y necesita hablar con alguien. Y no hay persona en el mundo que sepa escucharla como Álex.

Su conversación está plagada de medias verdades, frases inacabadas y pensamientos que no se dicen, pero que están ahí. Ángeles se siente segura, creyendo que el código que utiliza es indescifrable, sin darse cuenta de que el chico con el que habla es quién creó el lenguaje que está usando, quien orquestó la situación y creó los espacios en blanco que tanto la atormentan.

Así es como Álex descubre que Richard y ella han peleado porque ella quiere que le haga más caso y él cree que está siendo egoísta. Intenta consolarla, quitarle hierro al asunto. Seguro que no es más que un malentendido. Están hechos el uno para el otro.

Lo que Ángeles no sabe es que es él quién, de forma velada, animó a Richard a comportarse así. "Somos jóvenes", le dijo. "Hay que disfrutar la vida". "El gran error que cometí mientras estaba con Ángeles fue estar demasiado centrados el uno en el otro. Creo que al final ese círculo vicioso perjudicó nuestra relación"

Cuando la ve más vulnerable, hace una referencia casual a Julia y a lo raro que es que no salga con nadie. Consigue el efecto deseado. De repente la chica, molesta, se empieza a preguntar si al dejar a Álex no cometió un gran error. Uno del que otra mujer parece estar sacando partido.

Ángeles intenta besar a Álex, pero éste se lo impide. Es un error, le dice. Ella en realidad no quiere hacerlo. Si la deja continuar, al día siguiente estará muy arrepentida de sus actos.

El gesto gentil de Álex hace, por supuesto, que Ángeles lo desee aún más si sabe. Ese era el plan, por supuesto. Que sigue saliendo a pedir de boca.


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