viernes, 7 de diciembre de 2012

La penitencia

Julia se presenta en casa de Álex, con lágrimas en los ojos. Es lista. Quizás demasiado. Uno de los rasgos que más le enamoró de ella es, en estos momentos, el causante de su perdición.

- Dime que no fue cosa tuya - le pide, casi suplicante - Porque, llámame loca, pero empiezo a pensar que todo lo que has hecho formaba parte de un plan para vengarte de Ángeles

Ha dicho tantas mentiras que no resultaría difícil decir una más. La última. En realidad ni siquiera necesita resultar convincente. Julia le ama y si él lo niega le creerá, porque es lo que desea hacer.

Sólo un último engaño y todo habrá acabado. Tendrá su "felices para siempre". Será el gran triunfador, habrá hecho realidad todos sus sueños

Pero el pozo de mentiras se ha secado. Ya no le quedan fuerzas ni ganas para seguir adelante con la pantomima. Quizás el verdadero Álex, ese al que llegaremos a querer, está tomando las riendas desde el lugar al que ha sido desterrado este último año. Quizás sólo está cansado y ya no quiere seguir adelante. En cualquier caso, se limita a agachar la cabeza.

Julia no le grita ni le hace reproches. Eso es lo que más le duele, que la chica es capaz de conservar la calma. Y antes de irse, simplemente añade, a modo de despedida

- Te quería

Podría decirle que él sentía lo mismo. Es la verdad. Pero, ¿realmente cambiaría algo? Tomó una decisión. Pudo cambiarla muchas veces y no lo hizo. Y ahora tiene que pagar por sus pecados. 

"Ten cuidado con lo que deseas, por si acaso terminas consiguiéndolo". El viejo dicho no se equivoca. Todo salió a las mil maravillas. Así que debería ser un final feliz.

Pero ni siquiera el Álex más cruel y vengativo podría llegar a creérselo. No es tan estúpido.


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