Tras una semana hablando de Sara no hemos descubierto nada nuevo sobre ella. ¿Qué es egoísta? Ya había quedado claro. ¿Que sus actos no tienen lógica? Tampoco es una gran revelación.
Lo cierto es que podríamos seguir centrándonos todo un año en ella y el resultado seguiría siendo exactamente el mismo. Porque Sara es de esas mujeres misteriosas e impredecibles sobre las que uno nunca puede estar seguro del todo.
Quizás creamos conocerla. Tal vez pensemos que entendemos sus pautas de comportamiento. Pero entonces, cuando más confiados estemos, hará algo que nos parezca fuera de lugar. Pero no lo estará. Encajará en su patrón. En su ilógica lógica, esa que conoce de manera intuitiva pero en la que nunca se ha parado a pensar seriamente.
Podríamos contar el modo en que preparó lo del autógrafo de Natalie Portman, y eso nos dibujará a una Sara encantadora y enamorada. Que, no lo olvidemos, seguía acostándose con Rod. O tal vez deberíamos detenernos en el día en que consiguió que Javi fuera el encargado de reescribir un guión, el mismo día en que no atendió a una nueva llamada del chico porque estaba harta de él.
Ni siquiera el resto de historias desconocidas pueden ayudarnos. Porque ofrecen más confusión que auténticas respuestas. ¿En qué nos puede ayudar saber que se presentó de incógnito en el plató, que quemó las fotos de Javi o que estuvo de viaje espiritual en la India?
Sara es una escapista que se desliza entre las palabras que intentamos usar para definirla. Es sencilla y complicada, única en su género. Es, en definitiva, una buena actriz que se esconde detrás de un personaje o deja que el personaje se esconda detrás de ella. Quién sabe. Con ella, todas las interpretaciones son siempre plausibles. Es parte de su encanto.
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