¿Cómo podemos saber si una decisión ha sido acertada o no? ¿Cuándo se acaba el plazo para juzgarla? ¿Alguna vez podemos estar realmente seguros?
Cuando Javi entra en el proyecto, Silvia se siente emocionada. Ser guionista es una profesión solitaria, y le encanta la idea de colaborar con alguien que, además, atesora tantísimo talento.
En el momento en el que Javi empieza a hacer cambios radicales a su trabajo, la chica empieza a aborrecer el día en el que entró en el proyecto. Y, sinceramente, no cree que sea tan bueno.
Mientras Javi y ella mantienen una aventura, Silvia se muestra convencida de estar viviendo los días más increíbles y excitantes de toda su existencia. Está haciendo una película. Está teniendo un lío con su compañero de trabajo. Se siente viva.
La vergüenza la consume tras romper con Javi. Lo peor es que lo tiene que seguir viendo todos los días en el trabajo. Piensa en confesárselo todo a Jorge, pero no lo hace para no herirle. Pero en su fuero interno se siente estúpida y odia profundamente el momento en que decidió empezar a escribir. Ojalá nunca hubiera comenzado aquel guión.
Al empezar su nuevo trabajo, Silvia tiene mucha más confianza en sí misma y en su trabajo. Entiende perfectamente que nada de eso sería posible si no fuera por sus experiencias previas. Todo lo ocurrido durante el rodaje de su primera película la ha transformado. Personal y profesionalmente. Se siente agradecida por ello.
Así pues, ¿sentarse a escribir ese guión fue una buena o una mala idea? ¿Se alegra de haberlo hecho o se arrepiente? ¿Fue Javi una fuente de inspiración o alguien a quien desearía no haber conocido? No hay respuestas. Sólo interpretaciones fugaces que varían a cada paso del camino.
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