Hay miles de cosas en su plan que podrían haber salido mal. Pero lo curioso es que todo salió tal y como lo había previsto. Si alguien creyó que en algún momento la situación iba a descarrilar, es que estaba subestimando los deseos de venganza de Álex.
Pero lo realmente irónico del asunto es que durante un breve periodo de tiempo tuvo absolutamente todo con lo que alguien puede soñar. Empezando por una novia maravillosa por la que llegó a sentir cosas que nunca había sentido antes en su vida y que realmente le amaba.
Encontró a un amigo de verdad. Alguien con quien tenía muchas cosas en común y que hubiera estado dispuesto a dar su vida por él.
Hasta recuperó la excelente relación que mantenía con su ex. Su mejor amiga, su confidente. La persona que mejor le entendía y que más se preocupaba por él.
Una novia, una amiga, un hermano de batalla. Lo tuvo todo. Y renunció a ello conscientemente.
No podemos achacarlo a un arrebato de furia o a un momento de locura transitoria. Tuvo mucho tiempo para pensar en ello. Para rectificar. Pero decidió no hacerlo. Sólo podemos consolarnos pensando que, con el tiempo, acabó aprendiendo de esta experiencia. Que el recuerdo de su error le convirtió en mejor persona. Pero es sólo una suposición. No lograremos nada más.
Álex es el único culpable de la historia. Por satisfacer su ego, causó un gran dolor a tres personas que no se lo merecían. Jugó con ellos, los manipuló y luego los abandonó a su suerte.
No es nuestro Álex, no dejamos de repetirnos. Preferiríamos cambiarle el nombre y descubrir que hemos estado hablando de otra persona. Pero no es así. Todo esto sucedió, aunque en otra vida. En el tiempo en el que Álex no fue Álex. Una situación que, por fortuna, jamás volvió a repetirse.
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