La conversación entre Álex y Martha podría mantenerse en el plano superficial. A fin de cuentas dentro de una hora los dos cogerán aviones en direcciones opuestas, por lo que no hay motivo para complicar las cosas. Todo puede quedar reducido a una bonita anécdota.
Pero han quemado etapas muy rápidamente. Lo suficiente como para que, a las cinco de la mañana, Álex le confiese a Martha el por qué de tantos viajes. El accidente de Kim, su loco plan para sacarla del coma...
Es una explicación que ha dado ya muchas veces. Pero esta noche, por primera vez, añade un elemento que nunca se ha atrevido a confesar. El sentimiento de culpabilidad que le corroe.
- ¿A qué te refieres? - pregunta Martha
- A que si hubiera ido con ella en el coche nada de esto hubiera pasado - explica Álex, consciente de que lo que dice no tiene sentido. Pero eso no impide que los remordimientos le carcoman
Martha acaricia la cara de Álex, que se deja tocar como un animal herido en busca de consuelo. Los dos se buscan con los labios y comienzan a besarse apasionadamente.
- No tienes por qué coger ese avión - dice ella
Álex la mira con confusión y tristeza, como si no terminara de asimilar las palabras de Martha
- No le debes nada a Kim - continúa la chica con dulzura, midiendo mucho sus palabras para no asustarle - Lo que pasó fue una tragedia, lo sé, pero no tienes por qué seguir castigándote. No cojas ese avión. Coge mi vuelo. Vente conmigo. Vivamos una aventura
Se hace el silencio. El sonido de la indecisión y el sentimiento de que es uno de esos momentos que cambian una historia por completo.
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