lunes, 26 de noviembre de 2012

El tiempo en el que Álex no fue Álex

Cuando en una obra de ficción un personaje al que conocemos empieza a actuar de un modo que no nos parece propio de él, inmediatamente nos molestamos. Es como si quien lo estuviera escribiendo no conociera a su protagonista. Porque jamás, recalcamos, jamás haría algo así.

Sin embargo, lo que en la ficción se considera un grave error, es algo que sucede continuamente en la vida real. No siempre nos comportamos como los demás esperan. Hasta nos sorprendemos a nosotros mismos con nuestros actos. Hacemos cosas, buenas y malas, que no parecen casar con nuestra personalidad.

Nuestra vida es un mal guión sin foco, estructura o personajes bien definidos. Por eso nos refugiamos en la ficción. Porque a nadie le interesa el sinsentido de nuestra existencia.

Conocemos lo suficiente a Álex como para hacernos una idea de lo que sería y no sería capaz de hacer. Si cada uno de nosotros tuviera que describirlo usando sólo tres palabras, a buen seguro muchas de ellas se repetirían constantemente. Amable, leal, cariñoso, de buen corazón...

Y sin embargo hubo una época en la que Álex no fue nuestro Álex. Ocurrió durante el primer año en la universidad, antes de conocer a Javi y a Toni. Pasaba por una etapa difícil y tomó decisiones injustificables que sólo puede aspirar a no repetir, pero que jamás conseguirá borrar.

El protagonista de esta historia es un joven débil, cruel y manipulador. Y aunque nos resulte difícil creerlo, es el mismo Álex que hemos conocido. Sólo que en otra época mucho más oscura. Porque la vida es complicada y resulta imposible mantener siempre el equilibrio y hacer lo correcto en cada momento. Lo intentamos, pero nuestros pies fallan y nos precipitamos al vacío.

Y casi siempre, por desgracia, arrastramos a otras personas con nosotros en la caída.


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