Víctima de la soberbia, a veces Toni cree saberlo todo sobre el amor. En otros momentos se desespera al pensar que no entiende nada. Y en los instantes de mayor lucidez comprende que, en este tema, nadie posee las respuestas correctas. A duras penas conocemos las preguntas.
Tiene claro lo que habría hecho si Elsa hubiera sido su novia. De entrada, luchar para que ambos mantuvieran su independencia. Que cada uno tuviera su espacio propio. El amor consiste en complementarse mutuamente, no en convertirse en réplicas exactas.
Sería detallista. La sorprendería con flores, le llevaría el desayuno a la cama. Estaría atento a todas sus palabras e intentaría ayudarla a que sus sueños se hicieran realidad.
No hablaría de su pasado y guardaría secretos, porque cree que hay cosas que no se deben compartir, ni siquiera con la mujer a la que uno ama. El pasado es el pasado, carece de importancia. Y hay cosas que uno no debe ni quiere saber.
La haría reír. Cada día. No descansaría hasta no arrancarle al menos una sonrisa antes de meterse en la cama por las noches.
No daría nada por supuesto. Se enamoraría de ella nuevamente todas las mañanas y haría lo imposible por conquistarla a cada momento. No cedería a la tentación de la rutina.
No daría nada por supuesto. Se enamoraría de ella nuevamente todas las mañanas y haría lo imposible por conquistarla a cada momento. No cedería a la tentación de la rutina.
Trataría de no pagar con ella su mal humor. Le pediría tiempo para sí mismo cuando estuviera enfadado, porque en sus arrebatos de furia odia tener gente cerca.
Así se imagina Toni la relación que nunca tuvo. ¿Habría logrado cumplir sus propósitos? ¿Serían suficiente para lograr que su historia de amor perdurara en el tiempo? No puede estar seguro. En los asuntos del corazón nunca hay seguridad de nada. Como mucho, atisbos de esperanza.
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