miércoles, 26 de septiembre de 2012

254. Un motivo para seguir

A lo largo de su viaje ha escuchado multitud de historias, limitándose a ser un mero espectador ocasional. Pero hoy Álex es el protagonista. Hoy le toca hablar a él. De pie, en la puerta de entrada de una gran mansión en cuyo interior se encuentra el "Minerva" de Rembrandt. 

La pieza pertenece a un coleccionista privado. Y la única posibilidad que tiene Álex de poder contemplar la pintura es convencerle de que le deje pasar. Si no lo consigue, nada de lo que ha hecho hasta ahora habrá servido para nada. Agacha la cabeza y deja que su corazón hable por él.

"Siento molestarle, pero necesito ver ese cuadro. Estoy seguro que escucha esa frase muy a menudo y no tiene motivos para pensar que el mío es un caso especial. Porque no lo es. Todo el mundo se cree especial, y eso está bien. Pero no suele ser verdad, soy consciente de ello"

"Hay una chica. Siempre hay una chica, ¿no le parece? La quiero con toda mi alma, y sé que ella me quiere a mí, pero ahora está en coma y quizás nunca despierte. Y lo único que puede remediarlo es que yo vea ese cuadro. Sé que lo que digo es estúpido, pero es lo que creo. En algo tengo que creer, ¿verdad? Es el único motivo que tengo para seguir adelante"

"¿Cuando compró el cuadro alguien le dijo que estaba loco? Seguro que sí. Pero eso no le detuvo. No lo tiene como inversión, de eso estoy seguro. Ama esa pintura como yo amo a Kim. Por eso necesito que me ayude. No tengo derecho a pedírselo. Y aún así, voy a hacerlo"

El hombre de la puerta le mira durante unos segundos. Después se hace un lado. Álex le da las gracias y entra. Ni siquiera está seguro de que sea el propietario. Podría ser alguien del servicio, o un asistente... eso es lo de menos. Es la persona que ha dado impulso a sus sueños. Así será como lo recordará siempre.



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