miércoles, 16 de enero de 2013

(366) Una historia más

Acabas vacío, seco, exprimido. Como debe ser. Has contado todo lo que deseabas contar. Más aún, cuando echas la vista atrás y revisas tu narración descubres que hay temas, ideas, expresiones, que se repiten hasta la saciedad. Tampoco te sorprende. Son las cosas que realmente te importan. Tanto que regresas a ellas una y otra vez.

Te satisface no haberte dejado nada en el tintero. Has hablado de tus miedos, tus esperanzas, tus sueños.. Que, como sabes, son los mismos que tiene la mayoría de la gente. Los sentimientos, afortunadamente, son universales.

Y todo, por supuesto, formando parte de una historia que, esperas, haya resultado cuanto menos entretenida. En cualquier caso quieres agradecerle a todos los que te han acompañado en esta travesía su generosidad a la hora de interesarse por lo que tenías que decir.

Creaste unos personajes que nunca olvidarás. Tres protagonistas que son diferentes facetas de ti mismo. Álex, la persona que quieres ser. Toni, la persona que eres. Javi, la persona que tienes miedo de ser.  Sientes por ellos el mismo cariño que por el resto: Kim, Elsa, Lorena, Sara, Pablo, Jorge, Silvia, Anabel, Eli, Eva y un largo etcétera. Los escribiste a todos con la misma ilusión.

Ya no te queda nada que añadir. Un año más tarde, lo has dicho todo. Pero no te engañas. Hace mucho que sabes que, aunque ahora mismo no se te ocurra nada, en algún momento los habitantes de este universo volverán a tu cabeza. Descubrirás que aún quedan cosas que compartir sobre ellos, sobre ti. Sobre su mundo y el tuyo. Es sólo cuestión de tiempo.

Siempre hay espacio para una historia más. Y esperas ansioso que llegue el día en que esa nueva idea te visite y te empuje a volver a teclear otras veinte líneas. Y luego otras veinte. Y veinte más.


martes, 15 de enero de 2013

El final del viaje

Es el último cuadro. La única pintura de Rembrandt que le falta por ver. El final de su viaje.

Álex se para delante del lienzo y resopla aliviado. Lo ha conseguido. Ha cumplido su propósito. Ha salido victorioso de la loca aventura que un buen día, por sorpresa, decidió iniciar.

No ha sido fácil. Ni siquiera estaba seguro de ser capaz de lograrlo. Pero le alegra ver que, pese a sus dudas, hay una parte de él que tiene el coraje suficiente como para luchar hasta el último aliento y no darse por vencido. Que puede contar consigo mismo. Que nunca más se defraudará.

El viaje ha tenido buenos y malos momentos. Algunas de sus paradas las ha disfrutado mucho, deseando que su peregrinaje no tuviera fin. Otras veces, a solas, en la habitación del hotel de un país lejano, sólo quería dejarlo todo y volver a casa.

Pero no lo hizo. Porque entendía que completar el recorrido era importante para él. No tiene que demostrar nadie a nadie. Ni siquiera a sí mismo. Ese nunca fue el objetivo. Lo hizo porque creyó que es lo que tenía que hacer. Y una vez que conoces tu misión, debes seguirla sin titubear.

Algunas pinturas le gustaron más y otras menos. Y sabe que ha cometido errores. Pero si pudiera planear de nuevo el viaje no cambiaría nada. Le gusta el resultado final, con sus aciertos y sus fallos. Son inseparables los unos de los otros. Así que ha aprendido a amarlos a ambos.

Ahora toca regresar a casa, confiar en que la mujer a la que ama despierte y se quede a su lado, y descansar. El futuro le traerá nuevas aventuras, no le cabe duda. Pero eso será entonces. Esto es ahora. Momento de cerrar un círculo, terminar un viaje, cumplir una promesa.

Álex camina hacia la salida con orgullo. Pase lo que pase a partir de este momento, nadie podrá quitarle la satisfacción de haber vivido una experiencia inolvidable.





lunes, 14 de enero de 2013

Viejas historias

Durante la cena Toni y Elsa empiezan a rememorar viejas historias. Retazos de sus vidas que vuelven a cobrar brío gracias a la pasión que despliegan a la hora de hablar de ello.

Comienzan, cómo no, por sus favoritas. Aquellas que más les han marcado, las que no se cansan de contar una y otra vez ante públicos diversos.

Después pasan a hablar de otras anécdotas en las que quizás piensan menos, pero que también son importantes para ellos. Van desplegando todo su repertorio entre risas. Ambos conocían ya la mayoría de las historias. Pero aún así disfrutan al escuchar las narraciones de nuevo.

Porque lo importante no es realmente lo que se cuenta, sino quién lo cuenta y cómo lo hace. La fascinación que demuestran. El interés que despiertan en el otro. Se sienten felices por poder compartir vivencias, como si fuera el empujón que necesitan para seguir fabricando nuevos recuerdos conjuntos de los que poder seguir hablando dentro de un año, de diez, de cien.

Llega un momento en el que el impulso inicial comienza a decaer. A pesar de lo mucho que se esfuerzan se van quedando sin cosas que contar. Las anécdotas son cada vez menos interesantes. Incluso llegan a repetir algunas de las que contaron al principio de la noche. Los dos son conscientes de que están alargando artificialmente una conversación que ya no da más de sí.

Aún así se resisten a dejar de hablar. Se lo están pasando tan bien que les gustaría seguir así eternamente. No quieren perder lo que sienten ahora mismo.

Pero entienden que, pese a sus deseos, hay que saber cuándo detenerse. Han disfrutado de su velada y dado lo mejor de sí mismos. Ahora toca levantarse de la mesa y dejar que las viejas historias descansen.



domingo, 13 de enero de 2013

A todas las Elsas del mundo

Todos hemos tenido a una Elsa en nuestra vida. Un cuento de hadas sin final feliz. El amor que se escapó, la ladrona de nuestra inocencia, el error que repetiríamos gustosamente.

Es la locura que no entiende de lógica. El recuerdo que nos obsesiona de un modo que no sabemos explicar ni nuestros amigos entender. La cicatriz en el corazón que nunca desaparece, el secreto que guardamos para nosotros mismos, la tortura que logra despertarnos una sonrisa.

Es la comparativa injusta con la que medimos el resto de nuestras pasiones. El fantasma inalcazable al que idealizamos. El sueño que regresa en plena madrugada.

El tren que pasa y que nunca regresará, por mucho que esperemos en la estación. El examen que fallamos porque no sabíamos las respuestas. El fracaso necesario para saborear otros triunfos.

Es la novela a la que le falta la última página. Las lágrimas que no nos arrepentimos de haber vertido. El reflejo invisible en el cristal, el susurro de palabras tristes que nunca recordamos olvidar, el quizás, el tal vez, el jamás y por siempre.

Nuestro castigo y nuestra recompensa, el hola y el adiós, el acierto y el error. Todo y nada. Esa es Elsa. Todos tenemos una. Es nuestro rito de paso. La aventura más excitante que debemos dejar atrás antes de empezar a vivir la vida real. 

Porque también es el motor que nos empuja a salir de nuestro caparazón y buscar el tesoro oculto al final del arcoiris. La chispa que pone en marcha nuestros sueños. Que nos enseña a no conformarnos, a no rendirnos, a seguir intentándolo, una vez más y mejor.

A todas las Elsas del mundo, gracias por existir. Sin vosotras no seríamos lo que somos. Nunca habríamos logrado reunir el coraje suficiente para intentarlo siquiera.


sábado, 12 de enero de 2013

Pistas

A pesar de su carácter imprevisible, o quizás precisamente por eso, Sara cree que el universo tiene sentido. Que si uno se fija lo suficiente es posible predecir el curso de los acontecimientos.

Para ello, claro está, debes conocer las claves del extraño tablero de juego al que nos hemos visto arrastrados y por el que caminamos sin tener demasiado claro cuál es nuestro cometido. Eso es lo difícil, tratar de adivinar las reglas. Entender el idioma en el que la vida intenta hablarnos.

Todo está escrito en algún lugar. Qué será de nosotros, quién nos quiere, quién nos traicionará, cómo reaccionaremos ante diferentes situaciones... cualquier pregunta, por absurda que pueda parecernos, tiene respuesta en ese manual invisible al que desgraciadamente no tenemos acceso.

Que no sepamos descifrarlo no significa que no exista. Es lo que da sentido a nuestras intuiciones, los presentimientos, las certezas que no podemos demostrar pero que nos empujan a tomar una decisión y no otra. Es lo que nos lleva a confiar o desconfiar de una persona. Lo que nos permite sospechar que alguien está enamorado de nosotros, aunque no diga nada.

Estamos rodeados de pistas. Pistas que nos indican el camino a la felicidad, qué hacer, qué decir. Pistas que a veces seguimos y a veces ignoramos y en ocasiones fingimos seguir o ignorar, cuando nuestra cobardía nos hace de lastre. Nos refugiamos en un "no lo sabía" que en realidad es un "sí lo sabía, aunque no pueda explicar cómo".

Por eso, a pesar del escepticismo de Javi, Sara asume que todo en su vida tiene un por qué. Ha seguido creyéndolo hasta en los momentos más oscuros y complicados, en los que nada iba bien. Porque el camino es largo y las situaciones truculentas. Pero si escuchamos con atención, las respuestas correctas siempre terminan mostrándose ante nosotros con meridiana claridad.




viernes, 11 de enero de 2013

El final no se sabe hasta el final

- ¿Otra comedia romántica? ¡Odio las comedias románticas!
- Pero ellas parecen tenerte cariño, porque las dos que has reescrito fueron un gran éxito

Javi intenta buscar una respuesta ingeniosa a lo que acaba de decir Joan, su agente. Pero no se le ocurre nada lo suficientemente rápido, así que, desesperado, junta las manos en señal de súplica.

- Te lo ruego, Joan. Para mí es una tortura tratar con ese material. Y además, sé que no voy a hacer un buen trabajo. Es imposible que me salga bien algo que aborrezco tanto

El agente respira hondo, dándole tiempo a Javi para que se tranquilice un poco. Ahora mismo se está negando a razonar, y si no quiere que la reunión sea un auténtico fracaso necesita que su cliente como mínimo tenga la mente abierta.

- Que no te guste algo no significa que no lo sepas hacer. Escucha, puede que esta gente sea idiota, pero no los subestimes tanto. No te dejarían poner las manos sobre ese guión si no creyeran que tienes talento de sobra como para convertir esa estupidez en un producto digno

"Tienes claras tus prioridades. Eso lo entiendo, lo respeto y, como amigo tuyo, lo admiro. Pero ahora te hablo como tu representante: deja de quejarte y ponte manos a la obra. Demuestra que si la vida te da limones no haces limonada, sino vino de calidad. Enséñales que sabes hacer magia"

"¿No todo es como a ti te gustaría? ¡Bienvenido al mundo real! Conseguir tus sueños llevará tiempo. Pero esto es lo que hará que realmente merezca la pena. Porque cuando mires atrás, verás cuánto te costó y lo valorarás mucho más. Sólo los cobardes se rinden sin haberlo dado todo"

"Y quién sabe. A lo mejor con el tiempo acabas cogiéndole cariño a este tipo de películas. Nos creemos muy listos, pero lo cierto es que, en la vida, nunca sabes el final hasta que no llegas a él"



jueves, 10 de enero de 2013

La mejor Kim

Se pone una falda de tubo de color gris, una chaqueta a juego y se recoge el pelo. Cuando termina de arreglarse, se mira en el espejo. Siendo objetivos, ha elegido un atuendo muy profesional. Pero Kim no deja de sentirse como si se estuviera disfrazando para los carnavales.

Hoy es su primer día como psicóloga en su propia consulta. El momento con el que lleva años soñando. Pero ahora que lo ha conseguido, está asustada. El miedo a que nuestros deseos se hagan realidad es, incomprensiblemente, el más común de todos nuestros temores.

A las nueve de la mañana entra por la puerta un hombre de unos cuarenta y cinco años, Alfredo Cancela. Kim le da la mano, nerviosa, sin saber bien qué decir o qué hacer. Su paciente se da cuenta de ello, lo que la lleva a ofrecer explicaciones que sabe que tampoco tendría por qué dar.

- Lo siento - dice - Tengo que confesarle que es usted mi primer paciente
- Afortunadamente usted no es mi primera terapeuta - le contesta sonriente, para tranquilizarla

No es una buena sesión, al menos para Kim. Hace todo lo posible por prestar atención al hombre, pero lo cierto es que no se siente cómoda. No sabe qué hacer con las manos ni cómo sentarse. Y como entiende que los terapeutas deben dejar hablar a sus pacientes, tiene que morderse la lengua un par de veces para no interrumpirle.

- Le veré la semana que viene...si decide regresar - dice Kim al final de la sesión
- Oh, no se torture, no ha estado tan mal. Pero...¿me permites un consejo? Deja de intentar ser como los demás psicólogos y empieza a ser tú misma. Todos tenemos rasgos que nos hacen únicos y, por tanto, interesantes. Si los escondes, nadie podrá disfrutarlos y eso sería una tragedia. Así que no seas otra persona. Sé Kim. La mejor Kim que puedas. El mundo te lo agradecerá